martes, 1 de mayo de 2018

3.3/3.4 La repuesta soviética al desafío estadounidense

Nota: un 10 para cada uno

3.3 La repuesta soviética al desafío estadounidense

  Los soviéticos acusaban a Estados Unidos de tener como objetivo <<la dominación universal>> del capitalismo por todo el planeta y <<el monopolio sobre los mercados internacionales>>. Frente a ello, la Unión Soviética era el baluarte de <<las fuerzas antiimperialistas>>.

  Muy conscientes de su vulnerabilidad militar y de la potencia nuclear de Estados Unidos, la respuesta soviética ante la Guerra Fría adoptó estas fórmulas:
·         En primer lugar, consolidó la posición política y militar soviética en Europa Oriental a fin de evitar un ataque directo a la URSS. El golpe de Praga y el bloqueo de Berlín en 1948 tuvieron su razón de ser en esa voluntad de obtener mayor seguridad a todo trance, lo que también estimuló las purgas de militantes comunistas no considerados suficientemente leales a la Unión Soviética en las democracias populares europeas. La consolidación política vino acompañada de un proceso de integración económica de Europa Oriental para favorecer la recuperación económica y las necesidades productivas soviéticas. Por eso se creó el COMECON (Consejo de Ayuda Mutua) en enero 1949.
·         En segundo lugar, ante la superioridad militar de Estados Unidos, se aumentaron los presupuestos de investigación militar para romper el monopolio estadounidense de armas nucleares. El éxito coronó el esfuerzo y, en agosto de 1949, la Unión Soviética ensayó su primera bomba atómica. Ya en 1953, solo un año después que Estados Unidos, logró fabricar su primera bomba de hidrógeno.
·         En 1955, para contrarrestar a la OTAN, la Unión Soviética promovió una alianza militar en la Europa Oriental bautizada como Pacto de Varsovia, con la participación de Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía, Bulgaria, la República Democrática Alemana e inicialmente Albania. Y completó ese primer escudo estratégico con pactos bilaterales: con la China maoísta en 1950 y con Corea del Norte y Vietnam del Norte poco después.

  La muerte de Stalin, en marzo de 1953, no alteró esa política a pesar de abrir en la Unión Soviética un difícil período de transición. La troika de dirigentes que sucedió a Stalin, en la que Nikita Jrushchov empezó a sobresalir, apostó por un relajamiento de la tensión con Estados Unidos que hiciera más fácil el cambio político y suavizara las cargas financieras impuestas a la economía soviética por la rivalidad armamentista.

  Un hecho muy significativo en la creación del clima de miedo al enemigo fue el inicio de la carrera espacial en 1957 cuando la URSS puso en órbita el Sputnik, primer satélite artificial de la historia, que sobrecogió a Occidente por su potencial militar y de control de información.


3.4 La Unión Soviética y la crisis de 1956 en el bloque oriental

  En 1956, la Unión Soviética afrontó una grave crisis en su esfera de influencia. En el mes de febrero, en el XX Congreso del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), Jrushchov había criticado a Stalin por abuso de poder y culto a la personalidad, abriendo la senda oficial para la <<desestalinización>> del régimen. Su diatriba pública provocó conmoción entre la élite política y la población de Europa Oriental:
·         En Berlín y en la Alemania Oriental, ya había tenido lugar una primera huelga general de protesta en 1953, seguida de una dura represión.
·         En Polonia, donde la fuerza comunista nunca había sido grande, las protestas populares forzaron a los dirigentes soviéticos a aceptar una nueva dirección comunista más aperturista.
·         En Hungría, los disturbios populares auparon al poder a nuevos dirigentes más antisoviéticos que en Polonia. En el mes de octubre de 1956, el nuevo Gobierno húngaro exigió la retirada de las tropas soviéticas, prometió la convocatoria de elecciones libres y anunció la salida del Pacto de Varsovia. El Kremlin decidió la invasión del país y, en noviembre, un ejército soviético de 250 000 hombres entró en Budapest con 5 000 tanques y aplastó la sublevación popular ocasionando tres mil muertos. Las potencias occidentales se limitaron a condenar la invasión, pero no hicieron nada para detenerla: el respeto a las esferas de influencia en Europa vetaba otra actitud. Además, la alianza occidental había quedado seriamente dañada por el conflicto casi paralelo en Egipto.

El control de las poblaciones de Europa Oriental sometidas a Gobierno obedientes a la Unión Soviética tuvo su expresión más llamativa en la construcción en 1961 del Muro de Berlín, que separaba físicamente las áreas de la ciudad bajo administración occidental de la zona bajo control soviético.


Protestas tras el <<Telón de Acero>>

  La muerte de Stalin, en 1953 abrió una lucha de poder en la Unión Soviética. El vencedor fue Nikita Jrushchov, quien emprendió un proceso de <desestalinización>> con el objetivo de enterrar los excesos de la época de terror anterior sin poner en riesgo el poder conseguido en todo el bloque comunista. Muerto Stalin, las protestas en las democracias populares de la Europa de Este no se hicieron esperar.

  Primero, fue la revuelta de Berlín, en 1953. Después, en junio de 1956, las manifestaciones que se sucedieron en varias ciudades de Polonia, reprimidas con dureza por el ejército.

    Más grave fue lo ocurrido en Hungría en octubre de ese mismo año. Las manifestaciones estudiantiles ocuparon las calles de Budapest, echaron abajo la estatua de Stalin y exigieron reformas políticas profundas. El reformista Imre Nagy consiguió acceder al poder, anunció cambios democráticos y exigió la salida de las tropas soviéticas. Pero en la madrugada del 4 de noviembre, los tanques soviéticos entraron en Budapest y comenzó una durísima represión, que acabó con el movimiento popular de resistencia.

  Los dirigentes soviéticos dejaron muy claro que la <<desestalinización>> no significa, ni mucho menos, la renuncia a la influencia política ni al dominio de la Unión Soviética sobre sus Estados satélite. Lo volvieron a demostrar en 1961, con la construcción del Muro de Berlín, y en 1968, cuando las tropas soviéticas aplastaron las movilizaciones de protesta surgidas en Checoslovaquia, la llamada Primavera de Praga.

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