jueves, 1 de febrero de 2018

8. La cultura y el arte (I). Goya

Un error en la transcripción
Muy buena selección de imágenes
Nota: 10


      8.1 El progreso cultural

      Los centros culturales se multiplicaron en el siglo XIX. Entre ellos destacaron las academias; los museos, como el Prado (1819) y el Museo Arqueológico (1867); y algunas instituciones privadas, como el Ateneo de Madrid (1835) y los Liceos Artísticos y Literarios.

      La literatura aportó grandes figuras en el Romanticismo (el duque de Rivas, José Zorrilla, José de Espronceda, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro), el realismo (Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas Clarín) y el naturismo (Emilia Pardo Bazán). La prensa también alcanzó una gran difusión.

        8.2 Goya, un genio entre dos siglos

      Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) fue el pintor más destacado de la segunda mitad del siglo XVIII y de principios del XIX. Su pintura no puede encuadrarse en ninguna de las corrientes pictóricas de su época, pues desarrolló un estilo propio que anticipó movimientos pictóricos posteriores tan diversos como el Romanticismo, el impresionismo, el expresionismo y el surrealismo. En su obra pueden diferenciarse varias etapas.

  • 1774-1792. Cartones y retratos
      Al finalizar sus estudios se instaló en Zaragoza, donde realizó los frescos de la bóveda de la basílica del Pilar. Poco después se casó, y su cuñado, el pintor Francisco Bayeu, facilitó su contratación como pintor de cartones para tapices, que servían de boceto a los tejedores de la Real Fábrica de Tapices de Madrid. En ellos representó temas populares y alegres, pintados con un brillante colorido, como La gallina ciega, El quitasol, El pelele y La vendimia.

      Gracias a ello ganó prestigio, y fue recibido como miembro de la Academia (1780) y nombrado “pintor de cámara” de Carlos IV (1789).

  • 1792-1814. Retratos, cuadros y grabados.
      Tras contraer una grave enfermedad quedó sordo y dejó su actividad como pintor de tapices. Realizó entonces magníficos retratos de los reyes como La familia de Carlos IV; y de personajes nobiliarios, como la duquesa de Alba, la condesa de Chinchón y las majas, vestida y desnuda. Estas obras se caracterizan por la pincelada suelta, la preocupación por la luz y la penetración psicológica de los personajes.

      También ejecutó sus primeros grabados, Los Caprichos, una sátira de la sociedad de su época que anticipa el surrealismo posterior.

      Durante la guerra de la Independencia pintó cuadros que mostraron la crudeza del conflicto, como El dos de Mayo y El Tres de Mayo en Madrid, más conocido como Los fusilamientos de la Moncloa; y también una serie de grabados pesimistas, denominados Los Desastres.

  • 1814-1828. Pinturas negras y exilio
      Tras la guerra, durante el reinado de Fernando VII enfermo y sordo, se refugió en una casa de campo a orillas del Manzanares. Entre 1820 y 1823 decoró las paredes de la casa con las “pinturas negras”, llamadas así por su colorido de negros y grises y por sus temas pesimistas. Entre ellas destacan Saturno devorando un hijo o El Aquelarre, que constituyen un precedente de la pintura expresionista.

      En 1824, debido a sus ideas afrancesadas, tuvo que exiliarse a Francia. Allí pintó dibujos y cuadros, como La lechera de Burdeos. En ellos recuperó el interés por el color, la luz y la belleza, y empleó pinceladas sueltas y libres que anunciaban el Romanticismo y el impresionismo.

        La evolución pictórica de un genio universal
  • Los cartones para tapices:
      El quitasol (1777).



      La gallina ciega (1789).



  • Los retratos magistrales:
      La familia de Carlos IV (1800).



      La condesa de Chinchón (1800).



  • La crónica de la guerra:
      Los fusilamientos (1814).




  • Las “pinturas negras”:
      El aquelarre (1823).



  • La nueva mirada:
      La lechera de Burdeos (1827).




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