viernes, 9 de marzo de 2018

2. LA REPÚBLICA POPULAR CHINA (1949-1976)





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Nota: 4

En 1949 el comunismo triunfó en China con Mao Zedong, máximo dirigente del Partido Comunista, quién proclamó la República Popular China. Este país no formó parte del bloque oriental liderado por la URSS porque Mao desarrolló su propio modelo de socialismo apoyado en la revolución del campesinado, no del obrero.
En política interior estableció un régimen totalitario. Mao Zedong se convirtió en el líder carismático que concentraba todos los poderes en su persona. El Partido Comunista se impuso como partido único a través de la propaganda y la represión.
En política exterior su relación con la URSS evolucionó de una etapa de amistad (1949–1959), en la que los dirigentes de la URSS y China firmaron pactos de ayuda mutua, a otra de distanciamiento y ruptura (década 1960), debido al acercamiento diplomático de la URSS (Kruschev) a Estados Unidos (Kennedy), que fue considerado por China como una traición al marxismo. En cuanto a su participación en las organizaciones internacionales, en 1971 se convirtió en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
En economía, Mao impuso una economía planificada centralizada con el objetivo de convertir a China en una potencia económica. En 1958 estableció el Gran Salto Adelante, plan económico con el que pretendía conseguir el desarrollo agrícola e industrial del país. Para ello, creó las comunas populares, centros económicos rurales autosuficientes compuestos por más de 30.000 familias, donde los trabajadores obedecían órdenes y realizaban tareas agrícolas o industriales. Los recursos y los muebles -LA PALABRA NO ES MUEBLES SINO INMUEBLES- eran comunales (tierras, fábricas, viviendas, guarderías…).
Este proyecto fracasó y se abandonó en 1961 porque los campesinos rechazaron la propiedad comunal, la mano de obra no era profesional, las industrias eran anticuadas y la URSS le retiró la ayuda técnica necesaria para modernizar su economía. También se abandonó debido a la sucesión de malas cosechas. Estas provocaron un periodo de hambruna que causó veinte millones de muertos.
Socialmente se avanzó en la igualdad de derechos de la mujer con la prohibición de los matrimonios infantiles concertados y el concubinato. Además, el desarrollo de las guarderías y los internados posibilitó su acceso laboral masivo a la agricultura y la industria. La sanidad y la educación fueron garantizadas por el Estado, que realizó importantes campañas contra el analfabetismo.
Demográficamente se implantó con éxito una política de control de la natalidad para evitar que el excesivo crecimiento de la población superara los recursos de los que se disponía que se disponía para su alimentación (800 millones de habitantes en 1975). Los movimientos migratorios desde la ciudad hacia el campo eran de carácter obligatorio porque el Estado quería evitar la superpoblación de las sociedades y priorizar a las zonas rurales (80% de la población).
                              


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