Nota: 6
Alfonso XIII accedió al trono en 1902 y durante su reinado tuvo que hacer frente a una serie de problemas que, a largo plazo, terminaron con la monarquía parlamentaria establecida por su padre Alfonso XII.
El deterioro político
La Constitución de 1876 se mantuvo vigente, pero la alterancia de liberales (José Canalejas) y conservadores (Eduardo Dato) en el gobierno empezó a fallar debido a las divisiones en el interior de ambos partidos. Al mismo tiempo, otros partidos obteniendo un mayor número de diputados y una mayor actividad política. Entre esos partidos destacaron:
- El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que propugnaba el acceso de las clases trabajadoras al poder político. En 1921 la izquierda socialista se escindió y formó el Partido Comunista Español (PCE).
- Los partidos republicanos, que defendieron la república como forma de gobierno.
- Los partidos regionalistas, que reivindicaban la autonomía para sus regiones como, por ejemplo, el Partido Nacionalista Vasco y la Lliga Regionalista de Cataluña. El Gobierno permitió la creación de manocomunidades como la de Cataluña (1914).
El desarrollo del movimiento obrero
Durante el reinado de Alfonso XIII el movimiento obrero siguió reivindicando mejoras laborales con manifestaciones y huelgas y, en algunos casos, acciones violentas. Destacaron los sindicatos Unión General de Trabajadores (UGT), socialista marxista, y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), anarcosindicalista, que en este período consiguieron mejoras laborales como las siguientes:
- Regulación de la jornada laboral de ocho horas y descanso dominical.
- Implantación de pensiones para trabajadores jubilados.
- Regulación del trabajo de mujeres y niños.
- Reconocimiento de los sindicatos.
Importante
La actividad del movimiento obrero y el número de afiliados a los principales sindicatos aumentaron, lo que se tradujo en el incremento de la conflictividad social. Los sindicatos utilizaron las manifestaciones, las huelgas generales (1902, 1909, 1917 y 1919) y, en menor medida, los atentados (asesinato de Canalejas y de Eduardo Dato por los anarquistas) para presionar al Gobierno y a la patronal.
Estos, a su vez, respondieron con la suspensión temporal de algunos derechos constitucionales y la represión de los manifestantes y huelguistas, que fueron frenados por el ejército, la guardia civil, e incluso por pistoleros contratados por los patrones.
La guerra de Marruecos
Tras el desastre de 1898 y la pérdida de sus últimas colonias, el gobierno español decidió recuperar el prestigio internacional que había perdido intentando obtener nuevos territorios; así, tras repartirse Marruecos con Francia (Conferencia de Algeciras, 1906), España estableció un protectorado (1912) en sus dominios marroquíes.
La presencia española en Marruecos provocó la oposición de la población de este país y, finalmente, una guerra (1909-1927) que tuvo consecuencias muy negativas para España:
La Semana Trágica (1909). En Barcelona, coincidiendo con el envío forzoso de soldados reservistas a la guerra de Marruecos, se originó una protesta popular (trabajadores y familiares de los soldados) que el ejército reprimió duramente.
El desastre de Annual (1921). Las tropas españolas fueron derrotadas e Annual (Marruecos) y perdieron la vida numerosos soldados.
El problema militar
La opinión pública española fue muy crítica con el ejército por las derrotas en Marruecos y por el excesivo protagonismo de los militares en la vida política, ya que estos eran los encargados de reprimir las manifestaciones y las huelgas. También creaba malestar que el servicio militar obligatorio solo afectara a los trabajadores porque las clases altas se libraban de él pagando una cantidad de dinero (esta práctica fue suprimida en 1912).
La acumulación de problemas creó una situación de gran inestabilidad en todo el país. La inquietud concluyó en 1923 cuando el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado (que contó con la aceptación del rey) y estableció una dictadura.
La neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial
España no participó en la Primera Guerra Mundial porque se declaró neutral. Esta posición le benefició porque los países beligerantes acudieron a España para comprar los productos que ellos no podían fabricar.
Durante la Gran Guerra se fortaleció la economía española ya que pudo vender muchos productos (alimentos, materias primas, textiles, etc.) a los países beligerantes. Gracias a ello el país consiguió gran cantidad de dinero lo que permitió fortalecer la peseta, incrementar el desarrollo industrial y el enriquecimiento de algunos empresarios. Por el contrario, el resto de la población se vio perjudicada por el alza constante de los precios debido al aumento de la demanda.
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