jueves, 19 de octubre de 2017

6.Las consecuencias sociales de la Revolución Industrial

Actividad: Trabajo colaborativo. Nota: 10 por...
-puntualidad
-limpieza
-presentación
-orden
-uso de la sangría

     Las revoluciones políticas y la Revolución Industrial impusieron una nueva sociedad de clases, donde las diferencias sociales se basaban en el mérito personal medido por la riqueza. En ella, la clase dominante incluía a la burguesía y a la antigua nobleza, que mantuvo sus propiedades; y la clase dominada, al proletariado (obreras y obreros industriales) y al campesinado.

6.1 El auge de la burguesía

       La burguesía ascendió como grupo social. Accedió al poder político; se enriqueció con sus actividades económicas; formó parte de la élite cultural, gracias a sus estudios y medios universitarios, e impuso su ideología basada en la valoración del trabajo, el éxito personal, la familia y las formas refinadas.

  • La gran burguesía comercial e industrial se situaba en la cúspide de este grupo social. Su riqueza procedía de las manufacturas (empresas industriales y minas), de los negocios (bancos, compañías aseguradoras, financiación de los ferrocarriles, especulación con el suelo urbano, etc.) y de las exportaciones agrarias.
  • La pequeña burguesía o clase media estaba formada por pequeños comerciantes e industriales, funcionarios y miembros de las profesiones liberales, como médicos y abogados.
       En las ciudades europeas la burguesía ocupó, en general, el centro de la ciudad o se asentó en barrios residenciales alejados de las fábricas y dotados de buenas infraestructuras: amplias avenidas pavimentadas, alcantarillado y alumbrado, tiendas, cafés, teatros, zonas verdes, etc.

6.2 El nacimiento del proletariado
        Las obreras y los obreros de la industria constituyeron un nuevo grupo social, el proletariado, compuesto por el campesinado emigrado a las ciudades o antiguos artesanos arruinados por la mecanización industrial.

       Era una mano de obra barata, sin apenas cualificación profesional y fácil de despedir, que tuvo que soportar condiciones de trabajo muy duras:largas jornadas laborales, de 14 a 16 horas; salarios muy bajos, por hora trabajada o en función del rendimiento; ruido intenso y permanente de la maquinaria; calor en verano y frío en invierno, etc. Entre el 30 y el 75% de esta mano de obra industrial estuvo compuesta por mujeres y niños, que trabajaban desde muy pequeños.

       Carecían de seguros de accidentes, enfermedad, despido o jubilación; y el las fábricas estaban sometidos a una dura disciplina laboral, que sancionaba el abandono de la máquina o el conversar durante el trabajo.

       En las ciudades, el propietario vivía hacinado en barrios situados junto a las fábricas o los puertos, que contaban con las mínimas condiciones higiénicas.

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