lunes, 30 de octubre de 2017

8. LAS CLASES MEDIAS Y BAJAS

  NOTA: 10, por las dos entradas

  LAS  CLASES MEDIAS

    A finales del siglo XIX, en los países más industrializados apareció una amplía clase media o pequeña burguesía, cuyo número era cada vez mayor, sobretodo en las ciudades. Su posición económica y su nivel educativo eran superiores a los de las clases bajas, pero inferiores a los de la alta burguesía y a la aristocracia.

    La clase media era un grupo heterogéneo formado por maestros, artesanos, pequeños comerciantes, puestos intermedios de la administración y el Ejército, propietarios, médicos rurales, profesores...

    Entre sus valores destacaba la importancia que daban al trabajo y al ahorro para hacerse con un patrimonio. También apreciaban la educación: enviaban a sus hijos a centros educativos de calidad para que pudieran ascender socialmente. Solían tener opiniones políticas moderadas.

    Disponían de poco tiempo de ocio y lo empleaban en el café, el casino o el club en el caso de los hombres.

    LAS  CLASES BAJAS

    A pesar de la industrialización, en el siglo XIX la mayoría de la población eran campesinos. Su situación variaba de unas regiones a otras. En el norte y oeste de Europa, abundaban los campesinos propietarios, mientras que en el sur del continente eran numerosos los jornaleros, que trabajaban en latifundios poco mecanizados y cobraban un sueldo o jornal escaso. En el centro y el este de Europa siguieron siendo siervos hasta mediados del siglo XIX.

    La revolución industrial dio lugar a la aparición del proletariado, integrado por quienes solo poseían su fuerza de trabajo y la ``vendían´´ a cambio de un salario, es decir, por los obreros.

    Los obreros realizaban tareas que requerían poca cualificación y cobraban salarios muy bajos, que apenas permitían sobrevivir. Los niños dejaban la escuela muy pronto porque su trabajo era necesario para el sustento de la familia; esto dificultaba toda posibilidad de mejora social. Sus largas jornadas laborales solían superar las 12 horas.

    También pertenecía a las clases populares el servicio doméstico. Los criados cobraban un salario muy bajo, vivían en las buhardillas de las viviendas en las que estaban empleados y trabajaban también más de 12 horas diarias, con una única tarde libre por semana.

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