viernes, 27 de octubre de 2017

7. La sociedad de clases. Las clases altas.

Nota: 10

-Matrimonios de conveniencia:

[El señor De La Lage] se frotaba las manos colosales, sonriendo a una idea que[...] jamás se le había presentado tan clara y halagüeña como entonces. ¡Que mejor esposo podían desear sus hijas que el primo Ulloa!
[...] Las señoritas de la Lage -discurría don Manuel- deben casarse, y sería lo contrario al orden providencial que no apareciese tronco en que injertar dignamente retoños de tan noble estirpe; pero antes se quedan para vestir imágenes que unirse con cualquiera[...], las señoritas De la Lage solo pueden dar su mano a quien se las igualen calidad[...].

-Una nueva sociedad:

La  nueva sociedad industrial se basó en la igualdad jurídica: todos los varones eran juzgados por las mismas leyes y tribunales, y podían acceder a los puestos públicos según sus méritos. Sin embargo, la sociedad era profundamente desigual:
-Las mujeres seguían subordinadas a los varones (padres o maridos).
-Había una gran diferencia económica entre los que tenían propiedades y los que carecían de ellas.
En adelante, la sociedad se dividió en clases sociales y desaparecieron los estamentos.
Las clases sociales se diferencian por su capacidad económica y no por sus privilegios, como en el Antiguo Régimen. Así se distinguen tres clases altas (aristocracia y burguesía), media y baja.

-El declive de la aristocracia:

En el siglo XIX, la aristocracia perdió parte de su preeminencia social cuando se eliminaron sus derechos señoriales sobre los campesinos y comenzó a pagar impuestos. La mayoría de los aristócratas carecieron de espíritu empresarial y no supieron invertir en los nuevos negocios.
Sin embargo,hasta bien entrado el siglo XX, los aristócratas siguieron ocupando los puestos más prestigiosos en la Administración, la justicia, el Ejército y la diplomacia. Su forma de vida ostentosa era el modelo que los burgueses intentaban imitar.

-Una nueva clase dirigente: la alta burguesía:

La burguesía se convirtió en la clase poderosa de la nueva sociedad industrial. Englobaba grupos diversos: empresarios, altos funcionarios y algunos profesionales liberales (médicos, abogados, periodistas...).
Los burgueses vivían en las ciudades, en los nuevos barrios del ensanche, con numerosos servicios, parques y jardines públicos. Sus viviendas eran confortables y lujosas. Disfrutaban de una vida cómoda y frecuentaban el teatro, la ópera y los bailes. También veraneaban en las costas o en los balnearios.
Concedían gran importancia a las apariencias. Sus valores llegaron a ser predominantes: la importancia del trabajo, el esfuerzo, el ahorro y la sobriedad como medios para alcanzar la prosperidad económica, y la exaltación de la familia y el hogar.

-Las ciudades industriales:

Durante el siglo XIX se produjo un notable incremento del número de ciudades y del tamaño de estas. Si a comienzos del siglo XIX no existía ninguna ciudad que superara el millón de habitantes, al finalizar el siglo ya había doce ciudades "millonarias" en el mundo.
Las nuevas ciudades nacieron en torno a las fábricas y las ya existentes crecieron alrededor de estas. Se trataba de un nuevo modelo urbano: las ciudades industriales.
Los barrios obreros se situaron cerca de las fábricas, para que los obreros llegaran pronto al trabajo. Las viviendas construidas con materiales de escasa calidad, eran pequeñas y estaban mal ventiladas e insuficientemente iluminadas. Generalmente, disponían de una habitación en el piso bajo, que servía de cocina y de comedor, y otra en el piso superior, donde dormía toda la familia, muchas veces, formada por más de diez personas.
En las viviendas no había agua corriente ni cuarto de baño, y las letrinas eran compartidas por los vecinos. El agua se cogía en las fuentes públicas y con frecuencia estaba contaminada, por lo que las epidemias de tifus y cólera eran frecuentes.
En los patios delas casas y en las calles, que no estaban empedradas, se acumulaban los desperdicios y el agua sucia porque no había alcantarillado. Las ratas y las pulgas eran habituales. El alumbrado público solía reducirse a alguna farola de gas, que rara vez funcionaba.

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