lunes, 25 de diciembre de 2017

3.La Revolución Francesa (1789-1799)

Cuatro errores en la transcripción
Nota: 6

     Las causas de una revolución histórica

      En Francia, la revolución estalló por diferentes causas:

  • Políticas e ideológicas. En la segunda mitad del siglo XVIII, el absolutismo había sido criticado por las ilustración, y la revolución americana mostró que era posible derribarlo.
  • Sociales y económicas. Todos los grupos sociales estaban descontentos. La nobleza y el clero habían perdido poder a causa del absolutismo real y, pese a su riqueza, muchos tenían dificultades económicas debido a sus elevados gastos.
      La burguesía carecía de influencia política, y veía obstaculizados sus negocios por el control monárquico de la economía. El campesinado, agobiado por los impuestos, apenas tenía para subsistir. Y los grupos populares urbanos vivían en la miseria.

        La chispa revolucionaria

      La chispa o causa inmediata que encendió la revolución fue una doble crisis económica: una crisis alimentaria, debida a las malas cosechas de los años anteriores, que hizo que el hambre se extendiera por amplias zonas del país; y una crisis financiera, motivada por el endeudamiento del Estado por los altos gastos militares y de la corte.

      La única solución frente a este último problema era que los privilegiados pagasen impuestos. Ante su negativa, el rey Luis XVI convocó en 1789 a los Estados Generales, una asamblea de origen medieval que llevaba sin reunirse desde 1614 y estaba formada por representantes de los tres estamentos. Era la única institución con poder para aprobar nuevos impuestos.

      Antes de su reunión, cada estamento redactó sus “cuadernos de quejas”, para ser expuestos por sus representantes.

        El inicio de la revolución. La convocatoria de los Estados Generales

      Las sesiones de la asamblea se iniciaron el 5 de mayo de 1789. La discusión inicial se centró en la forma de votar. La nobleza y el clero querían un voto para cada orden o estamento; mientras el Tercer Estado, más numeroso, exigía el voto por cabeza.

      Al rechazarse sus peticiones, los representantes del Tercer Estado se proclamaron Asamblea Nacional, o representantes de toda la nación. Luis XVI, alarmado, trató de disolverla, pero no lo consiguió. Al contrario, los representantes se trasladaron a la sala próxima del Juego de Pelota, y juuraron no disolverse hasta haber aprobado una constitución. 

      Se iniciaba así un proceso revolucionario que repercutó en el mundo entero y sirvió de modelo a muchas revoluciones posteriores.

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