Nota: 9
La ruta de las esclavas y los esclavos.
El comercio colonial se organizó desde el principio para suministrar a Europa metales preciosos y productos tropicales.
Sin embargo, el trabajo en las minas y en las grandes plantaciones requería abundante mano de obra. Por eso, para suministrarla, se organizó pronto un sistema de tráfico de esclavas y esclavos negros de África. Durante el siglo XVI, este tráfico afectó a unas 900.000 personas; pero la cifra se amplió hasta los 3 o 4 millones en el siglo XVII, y a los 7 o 9 millones en el siglo XVIII.
El negocio de la esclavitud lo llevaron a cabo, sobre todo, holandeses, ingleses, daneses y franceses.
El tráfico de esclavas y esclavos.
1. La ruta.
El tráfico de esclavas y esclavos se organizó como una actividad comercial más. Los comerciantes europeos vendían en la costa occidental de África tejidos, armas, alcohol y quincalla o mercancías de escaso valor a cambio de esclavas y esclavos. Luego, transportaban a estas personas a las Antillas, donde las vendían; y regresaban a Europa con metales o productos de plantación tropicales.
2. El viaje.
En cada viaje, que duraba unos dos meses los barcos transportaban entre 600 y 800 personas en condiciones pésimas.
Las cubiertas se dividían en compartimentos, donde se instalaban separadamente las mujeres y las niñas, y los hombres y los niños. A veces, el espacio era tan pequeño que debían viajar tumbados o agachados.
En el interior del barco, el aire era fétido, el calor opresivo y el mareo frecuente, siendo habituales a bordo enfermedades como la disentería y la viruela.
Las personas viajaban atadas de pies y manos con grilletes y encadenadas unas a otras.
3. La venta en América.
Al llegar a América, las personas supervivientes eran marcadas con un hierro al rojo, que indicaba que habían sido introducidas legalmente y pagado los correspondientes impuestos. Su valor se determinaba realizándoles el palmeo, que consistía en medirlas y examinar su estado. Después, se procedía a su venta en subasta pública, de manera individual o por lotes, y se las llevaban a su lugar de trabajo en las minas o en las plantaciones.
Estas personas recibían alimento dos veces al día; y las que se negaban a tomarl, eran obligadas a comer por la fuerza.
Cuando hacía buen tiempo, eran llevadas a cubierta y obligadas a hacer ejercicio. Pero las terribles condiciones del transporte hacían que la mortalidad durante la travesía fuera enorme.
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