sábado, 20 de enero de 2018

6 El Bienio Conservador y el Frente Popular

Faltan las imágenes
Siete errores en la transcripción
Nota: 8


  El Bienio Conservador y el Frente Popular (1933-1935)


  La represión de los sucesos de Casas Viejas generó críticas al gobierno y división en la coalición        republicano-socialista. Miembros de la CNT y socialistas denunciaron el autoritarismo                        gubernamental, y la derecha acusó al gobierno de incapacidad para controlar las revueltas. Azaña        dimitió como jefe del gobierno, y el presidente Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para el        18 de noviembre de 1933.


  Los republicanos de izquierda se presentaron divididos a las elecciones, mientras los conservadores    se unieron en la Confederación Española de Derechos Autónomos (CEDA), liderada por Gil                Robles.  La victoria del centro-derecha (Partido Radical y CEDA) comportó la formación de un          nuevo gobierno presidido por Lerroux, que paralizó buena parte del proceso reformista desarrollado    en la etapa anterior.


  En octubre de 1934, la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno provocó un fuerte rechazo      entre los partidos y sindicatos de izquierda. En Asturias, un movimiento insurreccional, impulsado      por socialistas y comunistas, declaró la revolución social y ocupó la cuenca minera. En Cataluña, la    Generalitat proclamo el Estado catalán dentro de la República federal española.


  Ambos movimientos fueron duramente reprimidos por el ejercito, causando un gran número de          víctimas y detenidos en Asturias. En Cataluña, el conflicto acabó con la suspensión del Estatuto y el    encarcelamiento del gobierno.


  Después de estos sucesos de octubre de 1934, las diferencias entre el Partido Radical y la CEDA        fueron en aumento. En 1935 algunos ministros radicales se vieron implicados en diversos                    escándalos de corrupción, y el presidente de la República convocó elecciones para febrero de 1936.




  El Frente Popular (1936-1939)


  Los partidos republicanos de izquierda concurrieron a las elecciones formando un Frente Popular.      El sindicato anarquista CNT no propuso la abstención a sus afiliados como en ocasiones anteriores.


  Los partidos de centro y de derecha se unieron en coalición en la mayoría de las provincias. Su            programa era continuar la política contrarreformista del Benio Conservador y modificar la                  Constitución.


  La victoria electoral correspondió por escaso margen al Frente Popular. El gobierno fue asumido        por los republicanos de Azaña, quien se convirtió en presidente de la República mientras Santiago      Casares Quiroga asumía la jefatura del gobierno.


  El Frente Popular puso de nuevo en marcha el programa de reformas iniciado en 1931, pero con          mayor iniciativa y resolución política. Se aceleró la reforma agraria, se reinstauró la Generalitat de      Cataluña  y se reinició el proceso autónomo en el País Vasco y Galicia. Asimismo, a los militares        sospechosos de preparar un golpe de Estado (Franco, Mola y Goded) se les dio un destino lejos de      Madrid.




  Del Frente Popular a la Guerra Civil


  El triunfo del Frente Popular fue mal recibido por los sectores más conservadores de la sociedad,        que se oponían al proceso democratizador y reformista iniciado por las fuerzas republicanas en            1931. Al mismo tiempo, algunos sindicatos y grupos de izquierda defendieron la conveniencia de        impulsar un proceso de revolución social.


  En este contexto, los militares opuestos a la República (Emilio Mola, desde Navarra, Francisco            Franco, desde Canarias y José Sanjurjo, desde Portugal establecieron contactos con grupos de              extrema derecha (algunos monárquicos, tradicionalistas, falangistas) para organizar un golpe de          Estado.


  Las tensiones políticas desencadenaron un clima de enfrentamiento entre milicias de izquierdas y        derechas. El 13 de julio fue asesinado el diputado monárquico José Calvo Sotelo, en represalia or la    muerte del teniente José Castillo, militante socialista, abatido a tiros en Madrid.


  Este clima de confrontación social sirvió de pretexto a las fuerzas contrarias a la República para          acelerar sus planes golpistas. El levantamiento militar se inició el 17 de julio en el Norte de África      (Melilla, Ceuta y Tetuán), y los días 18 y 19 se extendió a Canarias, Baleares y toda la Península.


  La insurrección fracasó, sobre todo en las grandes ciudades y zonas industriales, gracias a la                resistencia popular y de algunos cuerpos policiales, ya que un sector del ejército se mantuvo leal a      la República.




  El inicio de la Guerra Civil


  El fracaso del alzamiento militar desencadenó una guerra civil. El general Queipo de Llano                  extendió la sublevación por Andalucía (Algeciras, Cádiz, Sevilla), mientras que las tropas del              general Franco, por el Sudoeste, y las del general Mola, por en Norte, trataron de avanzar hacia          Madrid, pero la capital resistió el ataque.




  El contexto internacional


  El estallido de la Guerra Civil no puede entenderse sin enmarcarlo en el contexto europeo de la            década de 1930.


  En aquellos años, las democracias europes se veían amenazadas por el ascenso de los fascismos y        por los movimientos revolucionarios influidos por la Revolución soviética.


  En consecuencia, la  guerra de España fue el resultado de la polarización entre un sector de la              derecha, que no admitía la democratización real del país, y otro de la izquierda que aspiraba a un        proceso revolucionario.




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