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2.2 La época del crecimiento
La Gran Depresión de 1929 supuso un descalabro para las economías de la mayoría de los países latinoamericanos. La caída de los precios afectó a muchos de los productos que se portaban; sobre todo se vieron perjudicados el estaño de Bolivia, el cobre de Chile, el azúcar de Cuba y el grano, la lana y la carne de Argentina y Uruguay. Algunos Gobiernos se plantearon la necesidad de crear una industria internacional de transformación que permitiera producir bienes de consumo. Pero necesitaban la financiación extranjera para llevarla a cabo. Ese fue el momento en que la inversión de Estados Unidos comenzó a sustituir a la de Reino Unido.
Entre 1945 y 1973, la economía de algunos países tuvieron un ritmo de crecimiento económico positivo. A partir de 1945, la mitad de las inversiones exteriores de Estados Unidos se concentraban en Argentina, México, Venezuela, Chile y Brasil.
La caída de los precios agrícolas a fines de los años 40 produjo la ruina de miles de campesinos que abandonaron sus tierras y emigraron a las ciudades. Esta gran oferta de mano de obra barata, dispuesta a trabajar con salarios 20 veces más bajos que los que se pagaban en los países industrializados, propició la entrada masiva de capital estadounidense en varios países y el inicio de una tímida industrialización de productos de consumo en los sectores textil, de bebidas, alimentación y de construcción. Sin embargo no se instalaron industrias básicas (química, siderurgia, etc.), ni grandes industrias agroalimentarias.
2.3 El problema de la deuda externa en la década de los 80
Los países latinoamericanos, especialmente los más desarrollados, habían solicitado a los países ricos importantes préstamos para financiar infraestructuras políticas y potenciar su incipiente sector industrial. Los intereses financieros se pagaban mediante la exportación de materias primas. A partir de 1981, los precios de estos productos bajaron considerablemente en los mercados internacionales y se redujeron los ingresos, imprescindibles para que los gobiernos pudieran hacer frente a las deudas contraídas. FALTAN UNAS PALABRAS Tuvo importantes repercusiones: aumentó el déficit de la balanza de pagos; se despreciaron las monedas nacionales, lo que se traduce en una elevada inflación, en un empeoramiento de las condiciones de vida y en un creciente desempleo. La dependencia adquirió, entonces, un mercado carácter financiero, mucho más determinante, si cabe, que las dependencias anteriores, basadas en el control directo de las economías nacionales por parte de las grandes compañías multinacionales. De hecho, casi toda la riqueza se convertía en pagar la deuda exterior a los bancos y organismos financieros internacionales.
Los intereses de la deuda fueron creciendo vertiginosamente y ahogaban la posibilidad de conseguir nuevos créditos. Los países mas endeudados eran, precisamente, aquellos que habían alcanzado un mayor desarrollo industrial, como México, Brasil o Argentina. En agosto de 1982, el gobierno de México advirtió a sus acreedores que no podía pagarla, y en 1987, Brasil planteó la suspensión de los pagos de la deuda hasta que no se llegara un acuerdo con sus principales acreedores. De hecho, los países latinoamericanos emplearon, entre 1983 y 1982, de un 6% a un 10% de su Producto Interior Bruto (PIB) para pagar los intereses de los créditos cedidos por las grandes potencias. Ello supuso un retraso considerable en sus expectativas de desarrollo económico siendo uno de los problemas más graves de su economía en las dos últimas décadas del siglo XX.
3. Una atormentada evolución política
La evolución política de América Latina está condicionada por los rasgos de su sociedad y por el carácter dependiente de su economía. La gran variedad de países que componen el continente hace muy difícil cualquier generación. De todos modos, es posible ofrecer una visión de conjunto a esta evolución: una época de caudallismo, generalmente populista; un periodo de duras dictaduras militares; un proceso de transición a la democracia hasta el final del siglo XX.
3.1 La primera mitad del siglo XX: época de “caudillos” y dictadores
Desde los tiempos de la colonización se había formado en casi todas las naciones una oligarquía criolla y mestiza que concentraba en sus manos gran parte de la riqueza y el poder político. Junto a ellos el ejército, que, ya desde la independencia, tuvo un protagonismo especial. Los altos mandos pertenecían a las grandes familias, mientras que la tropa solía estar formada por miembros de las clases bajas, que encontraban en la institución militar un medio seguro de subsistencia. La intervención del Ejército en la vida política ha sido constante: ha derrocado presidentes, ha constituido Junta Militar de Gobierno, algunas progresistas. Y la mayoría de las ocasiones, los militares han gobernado dictatorialmente. En la primera mitad del siglo XX se establecieron en muchos países dictadura de tipo personalista. Los dictadores o “caudillos" que las presidían imitaban las formas de gobernar de los grandes es cenado y ejercían el poder de forma autocrática, despreciando las reglas democráticas.
Los dictadores solían ser militares de alta graduación que utilizaban el ejército para perpetuarse en el poder. algunos fueron tristemente famosos por la dura represión política que ejercieron contra toda forma de oposición y algunos fueron tristemente famosos por la dura represión política que ejercieron contra toda forma de oposición y, en pocos casos, también por la estabilidad y el programa de reforma y obra pública que se realizaron en sus respectivos países. Los dictadores de los países de América Central y estaban, en su mayoría, al servicio de los intereses económicos de la United Fruit Company y de otras compañías estadounidenses. Tan solo Colombia, Uruguay, chile, Costa Rica y, en parte, Argentina contaron con gobiernos democráticos. Lo demás países vivieron una gran inestabilidad política, con una sucesión de continuo golpes de estado, legislatura interrumpida y cambios constantes de gobierno.
3.2 La década de los 60 y 70: golpes militares contrarrevolucionarios
Desde los años 60, los movimientos revolucionarios se extendieron por América Latina por el influjo de la Revolución Cubana de Fidel castro. Cuba representaba el triunfo de la Revolución socialista, la libertad frente a EE.UU. y un intento de reforma que había logrado dar tierra a los campesinos, educación a los analfabetos y mejorar las condiciones de vida de una gran mayoría de la población.
¿Qué pasaba en España?
España comenzó su relación con América en el siglo XX tratando de superar el desastre colonial de 1898 y la pérdida de sus últimas posesiones coloniales en el hemisferio. La normalización diplomática pronto quedó restablecida por sobre la base de las intensas relaciones económicas y de las corrientes migratorias que hasta los años 30 llevaron a centenares de miles de españoles a instalarse en países latinoamericanos, principalmente en Argentina y Cuba.
El final de la guerra civil, en 1939, refuerzo esa corriente migratoria con la llegada de 1/25000 exiliados republicanos españoles, que encontraron refugio en todos los países de américa, básicamente en México, Cuba y argentina. Durante el franquismo, bajo la fórmula de la hispanidad, las relaciones con los países americanos (excepto México) fueron una vía de superación del aislamiento internacional del régimen.
Con el restablecimiento de la democracia en 1977, la relación entre España y América se normalizó por completo y paso a ser una orientación preferente de los gobiernos españoles. En la última década, las grandes empresas españolas que han comprado muchas compañías que los gobiernos han nacionalizado y se han posicionado en los mercados financieros del continente. España FALTA UNA PALABRA en la actualidad uno de los principales universos en la América de habla hispana.
Una de las primeras empresas en invertir en América Latina fue Telefónica. En la imagen, su sede central en Madrid