Cuatro faltas de ortografía
Nota: 5
La Segunda Guerra Mundial comenzó apenas
veinte años después de finalizada la Gran Guerra, bautizada como (Primera
Guerra Mundial» a partir de 1945. La guerra de 1914 dejó demasiadas heridas y
demasiados descontentos como para cerrar y borrar para siempre tan mortífero y
dramático episodio.
La Segunda Guerra Mundial fue una
continuación de la primera y tuvo las características de una guerra total,
apocalíptica, que se libró en todos los rincones del giobo terráqueo. Una
guerra que rompió definitivamente los límites entre frente y retaguardia,
protagonistas militares y civiles, operaciones bélicas y actuaciones
socioproductiva. Una contienda que tuvo orígenes complejos y variados, en la
medida en que en su seno acabaron fusionándose y confluyendo varias “guerras”
locales derivadas de distintos motivos y causas pero progresivamente entrelazadas
y reforzadas.
1.1 Las causas del conflicto
En los años veinte, las tensiones entre
los distintos países quedaron amortiguadas por el agotamiento de las sociedades
tras la dura contienda. La urgencia de la reconstrucción posbélica, que
coincidió con una fase económica de bonanza general, y el arbitraje diplomático
que ofrecía con mayor o menor éxito la Sociedad de Naciones, permitieron más
años de paz. Pero, a partir de 1929, la Gran Depresión socavó los precarios
equilibrios europeos e Internacionales y abrió la vía de un nuevo conflicto
bélico.
En Europa, la Gran Guerra había dejado
conflictos latentes en los países vencidos (Alemania, Austria o Hungría), disconformes
con las cargas impuestas por los tratados de paz. También algunos países
vencedores quedaron descontentos, como Italia, insatisfecha con las ganancias
territoriales que había obtenido. Otros países, como Polonia, Checoslovaquia o
Yugoslavia, estaban temerosos de la seguridad por sus fronteras y, sobre todo,
por la desconfianza hacia Alemania. A ello había que sumar la posición
reservada y hostil de la URSS hacia el mundo capitalista y por sus pérdidas
territoriales respecto de sus tradicionales fronteras anteriores a 1917.
En el Extremo Oriente, los focos de
tensión surgían del creciente movimiento antiimperialista que cuestionaba la
legitimidad de la presencia colonial europea. Combinándose y entrelazándose con
ello, tuvo mucha importancia la decidida apuesta de Japón por constituir un
nuevo imparte en la zona, excluyendo a las potencias occidentales y sometiendo
a las poblaciones nativas. El proyecto imperialista japonés desafiaba tanto a
los viejos imperios británico, francés u holandés como al nuevo imperialismo
estadounidense, asentado en las Filipinas y en el Pacífico central.
Entre 1931 y 1939, se fueron
configurando los dos bandos que acabarían enfrentándose: el bando de las
potencias revisionistas del statu quo europeo, Alemania e Italia a las que se
sumó Japón, y el bando de las potencias aliadas encabezado inicialmente por
Reino Unido y al que se fueron incorporando muchos otros Estados.
Firma del Pacto de Münich, 30 de septiembre de 1938
El
acuerdo fue un éxito rotundo para Hitler, que obtuvo respaldo internacional
para su acción, mientras Francia y Reino Unido creían haber evitado así una guerra
mayor.
En la imagen, Adolf Hitler firmando: a
su derecha, Arthur Neville Chamberlain (Reino Unido) y a su izquierda Édouard
Daladier (Francia). Detrás, Benito Mussolini.
¿Qué pasaba
en España?
Adolf Hitler y Francisco Franco en la estación de Hendaya, en 1940 |
La Guerra Civil terminó con la victoria
del bando franquista apenas cinco meses antes de iniciarse la guerra mundial en
septiembre de 1939. A pesar de la íntima vinculación de la dictadura de Franco
con Alemania e Italia, España se declaró neutral en el conflicto en vista de su
agotamiento humano, su debilidad económica y su vulnerabilidad militar. Sin
embargo, tras los triunfos alemanes de 1940 y la entrada de Italia en la
contienda, Franco adoptó una postura de «no beligerancia» que apenas ocultaba
su apoyo moral y material al eje germano-italiano. Con el ataque alemán a la
URSS en 1941, el franquismo acentuó su simpatía pro eje con el envió de la
División Azul al frente oriental para luchar contra el comunismo.
A partir de 1942, tras la entrada de
Estados Unidos en la contienda y el inicio del declive germano-italiano, el
franquismo fue replegándose hacia una neutralidad más estricta y aceptable por
el bando aliado, dispuesto a sobrevivir al hundimiento del Eje. Para ello, en
1944 retiró sus tropas de Rusia, alentó las llamadas a la paz del Vaticano
reafirmó su carácter católico y anticomunista sin otras pretensiones fascistas.
1.2 Las
potencias del Eje
Las llamadas potencias del Eje fueron
Alemania, Italia y Japón, al que se sumarían, ya iniciada la guerra, otros
países.
-Alemania había emprendido la senda del
rearme militar masivo y la revisión de las fronteras centroeuropeas por la vía
de la negociación, de la intimidación o del uso de la fuerza. Así, como hemos
visto en la unidad anterior, se consintió la remilitarización de Renania
(1936), la intervención en la guerra civil española (1936-1939), la anexión de
Austria -el Anschluss-(1938) y la ocupación de los Sudetes (octubre de ese
mismo año) y de gran parte de Checoslovaquia (marzo de 1939). Todo ello formaba
parte del programa de expansión gradual nunca ocultado por el régimen nazi de
Adolf Hitler.
-Italia, con el régimen fascista de
Benito Mussolini, había iniciado una política imperialista y expansionista que
le llevó a abandonar la equidistancia entre la entente franco-británica y
Alemania. En 1935 ya había invadido Abisinia y deseaba un mayor expansionismo
en la zona. Este camino le condujo a un pacto de amistad con el Tercer Reich en
1936, dando lugar al llamado «Eje Roma-Berlín». La colaboración con Alemania en
España, Austria y Checoslovaquia fue seguida de la anexión de Albania por parte
de las tropas italianas en la primavera de 1939.
-Japón era una monarquía con un
emperador de origen divino, Hirohito. Sus dirigentes consideraban que el pueblo
japonés era racialmente superior a todos sus vecinos del este asiático. El
imperio militarizado japonés comenzó en 1931 su desafío militar y racial con la
ocupación de la provincia china de Manchuria, a pesar de las sanciones de la
Sociedad de Naciones y de las críticas de Estados Unidos. En 1936 firmó con
Alemania el Pacto Antikomintern, al que se sumó Italia en 1937. En ese mismo
año invadió una región costera de la China central (Shanghái y Nankín). Este
hecho significó un salto cualitativo en el ritmo expansionista nipón. Japón y
Alemania en 1933 e Italia en 1937 abandonaron la Sociedad de Naciones tras la
condena de sus iniciativas expansionistas. En 1939, el camino hacia la guerra
estaba abierto: el Pacto de Acero entre Alemania e Italia, en mayo de 1939,
supuso un reforzamiento mutuo tras la ocupación de Albania. Pero resultó sorpresivo
el acto de no agresión germano-soviético -pacto RibbentropMólotov-firmado en agosto
de 1939. lósif Stalin, que no podía esperar apoyo ni de Francia ni de Reino
Unido, ganaba tiempo y seguridad cediendo a las pretensiones de Hitler sobre
Polonia. También Hitler podría afrontar las previstas ofensivas en el
oeste sin graves riesgos a su espalda.
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