Faltan algunas palabras en el segundo párrafo
Cuatro palabras mal escritas
Nota final: 5
1. LOS ESTADOS LIBERALES DEMOCRÁTICOS EUROPEOS.
Cuatro palabras mal escritas
Nota final: 5
1. LOS ESTADOS LIBERALES DEMOCRÁTICOS EUROPEOS.
En
la mayoría de países que se industrializaron a lo largo del siglo XIX se
consolidaron sistemas políticos liberales democráticos. Eran regímenes constitucionales
que establecían la separación de poderes, ampliaron el derecho al voto y
garantizaron, en mayor o menor medida, los derechos fundamentales. En ellos, las
diversas opciones políticas se organizaban en partidos que podían propagar sus
ideas y presentarse a las elecciones.
Entre
estos países destacaban tres grandes potencias: Gran Bretaña, Francia y
Alemania, que eran, fórmulas políticas en la Europa del cambio de
siglo.
1.1
Gran Bretaña, la monarquía liberal.
Gran Bretaña fue el
ejemplo de monarquía liberal, durante el largo periodo del reinado de Victoria
I (1837-1901), denominado era victoriana. Su sistema político se basaba en la
alternancia en el poder de dos grandes partidos: los tories
(conservadores) y los whings (liberales).A finales de la década de 1890, los
whigs perdieron influencia entre los trabajadores, que optaron por el nuevo
Partido Laborista.
El proceso de
democratización del sistema liberal ingles se basó en diversas leyes de reforma
(Reforms Acts) .Los gobiernos conservadores y liberales fueron ampliando el
derecho a voto y, en 1913, excepto los indigentes, los sirvientes y las
mujeres, el resto de la población podía votar. Además, la Parliament Act de
1911 limitó los poderes de la Cámara de los Lores (no elegida)y aumentó los de
la Cámara de los Comunes(única elegida por el sufragio).
Asimismo, diversas
leyes fueron democratizando la sociedad inglesa: a finales de siglo, la
enseñanza era obligatoria y gratuita de los 5 a los 13 años; en 1906,promovido
por el nuevo Partido Laborista, se aprobó la reducción de la jornada laboral a
8 horas en las minas, y se crearon comisiones para instaurar seguros
médicos de vejez y paro.
1.2 Francia, del II
Imperio a la III República.
Luis Napoleón
Bonaparte, elegido presidente de la II República en 1848, realizó un golpe de
Estado en 1851, con el apoyo de los sectores más conservadores. En 1852
proclamó el II Imperio francés y se coronó emperador con el amparo del
ejército, la gran burguesía de los negocios y los campesinos, temerosos de una
revolución social. Su mandato se caracterizó por un poder personalista basado
en el orden, el crecimiento económico y la persecución de la oposición.
La buena
coyuntura económica permitió una cierta paz social: se hicieron grandes
obras públicas (ferrocarril, canal de Suez, etc), creció la industria apoyada
por la banca, y se promulgaron leyes para proteger a los obreros (hospitales,
pensiones, etc). Pero las diferencias sociales y la falta de libertades
mantuvieron una fuerte oposición al régimen del II Imperio. Luis Napoleón
emprendió también una política exterior intervencionista (expedición a México,
anexión de Niza y la Saboya) que culminó con la declaración de guerra a Prusia.
La derrota francesa en
Sedan frente a Prusia (1870) provocó la caída del Imperio de Napoleón III y la
proclamación de la República. De este modo, Francia se convirtió en la única de
las grandes potencias europeas cuyo régimen político era una república.
La III República
francesa tenía dos cámaras legislativas (asamblea y senado) y un presidente
electo con pocos poderes. En este periodo se impulsó la democratización
política: se restauraron las libertades públicas, se instauró el sufragio
universal, se decretó la elección de los alcaldes, y se legalizaron los
sindicatos obreros.
El asunto internacional
que dividía a la opinión pública francesa eran las relaciones con Alemania, muy
conflictivas a raíz del contencioso de Alsacia y Lorena, territorios perdidos
en favor de Alemania durante la guerra francoprusiana (1870-1871). La política
exterior francesa giró entorno a ese tema y fraguó alianzas antigermanas.
1.3 La Alemania de
Bismarck.
En 1870, una vez
concluido el proceso de unificación política, Alemania inició la construcción
del nuevo Estado y se convirtió rápidamente en una gran potencia que aspiraba a
dirigir la política europea y a extender por el continente su poder e
influencia.
La Alemania del II
Reich se forjó bajo la impronta del canciller Bismarck y del káiser Guillermo I
(1871-1988). El régimen político asentado con la Constitución de 1871 mostraba
un fuerte componente autoritario. Existía sufragio universal masculino pero
sólo para la elección de la cámara baja (Reichstag). Tenía una estructura federal
aunque Prusia poseía más diputados que los otros Estados en la cámara de los
Estados (Bundestag). Además, ésta era elegida por sufragio censitario y tenía
la función de proponer las leyes. Asimismo, el Kaiser podía nombrar a sus
ministros con independencia del parlamento y ellos no eran responsables ante la
cámara sino ante el mismo emperador.
Las fuerzas políticas
dominantes eran las conservadoras, representantes del viejo espíritu de Prusia,
aunque el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán se fue imponiendo entre los
trabajadores.
Sin embargo, para
evitar un estallido revolucionario, Bismarck adoptó una serie de reformas
sociales que favorecían a las clases populares: leyes de seguro de enfermedad,
de accidentes de trabajo, de pensiones, etc. El caso de Alemania fue
paradigmático de un modelo de cambio entre el autoritarismo y las reformas
democráticas.
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