domingo, 19 de noviembre de 2017

2. La Revolución industrial

Nota: 10 para las dos entradas

 

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     Así, Frederick W. Taylor diseñó un sistema de trabajo (taylorismo) destinado a aumentar el rendimiento laboral y Henry Ford inventó un sistema de producción (fordismo) que se utilizó en las cadenas de montaje de la industria automovilística. 

    Se consideraba que estas formas de gestionar el trabajo eran las más adecuadas para conseguir una mayor producción y poder atender el creciente consumo de masas, elaborar productos estándar y emplear una mano de obra poco cualificada.


    Cambios de mentalidad e ideológicos 

    El liberalismo puro que había impulsado la industrialización británica dejó paso en el resto de Europa -con Alemania a la cabeza-, Estados Unidos y Japón a un nacionalismo económico. Esta práctica consistía en llevar a cabo políticas económicas a veces muy agresivas con la competencia exterior y respaldadas por el estado (que llegaba incluso a defenderlas con las armas) para asegurar los mercados y reservarse las materias primas. 

    El nacionalismo económico apoyó las teorías imperialistas y las doctrinas racistas y, a la larga, influyó en la aparición de doctrinas totalitarias (como el fascismo). Por el contrario, la oposición a las consecuencias que la industrialización tenía sobre los trabajadores y la necesidad de presionar al estado para que interviniese y corrigiese los desequilibrios económicos y sociales animó el desarrollo del socialismo.

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