Nota: 10
5.1 Los transportes
El transporte más
rápido y cualificado se había realizado siempre a través de los grandes ríos
europeos o por mar. El
ferrocarril
vino a cambiar en parte esta situación aunque en el continente europeo solo
puede hablarse de un
boom ferroviario
a partir del período
1860-1870. El
nuevo medio de transporte desempeñó un papel fundamental en la
creación de mercados nacionales allí
donde casi no existían (por ejemplo, España) ya que contribuyó a superar los
adversos accidentes geográficos.
El
ferrocarril comenzó uniendo centros
industriales (una ciudad con un puerto, o una ciudad con un barrio residencial)
y terminó siendo un medio de
transporte
internacional e incluso transcontinental.
También la
navegación fluvial y marítima mejoró
gracias al uso de la maquinaria de
vapor
y a la construcción de
numerosos canales.
El vapor elevó la
autonomía de los navíos y su capacidad de transporte, factores que hicieron de
él un medio decisivo para las
grandes
migraciones transcontinentales. La turbina (que empezó a introducirse en
los barcos en 1890) y la utilización del acero (que permitió aumentar sus
dimensiones) impulsaron la construcción de los grandes transatlánticos que
comunicarían Europa y América y terminarían imponiéndose como medio de
transporte.
Con los
canales interoceánicos inaugurados en
Suez (1869) y Panamá (1914), se acortaron y se abarataron los viajes desde
Europa hasta China o la India y hasta la costa americana del Pacífico, pues ya
no había que rodear África ni América para llegar a los lugares destino.
A finales del
siglo XIX aparecieron nuevos medios de transporte, algunos de los cuales solo
se impusieron plenamente a partir de 1919, al término de la Primera Guerra
Mundial.
El
transporte urbano también experimentó
una revolución gracias al tranvía eléctrico, primero, y al metropolitano,
después. En esta época también se inició la conquista del aire, con la
invención del
dirigible (un globo
con motor) y del
avión, que fue
utilizado por primera vez por los hermanos Wright en
1903.
Las
transformaciones experimentadas por el transporte
(mayor velocidad, seguridad y capacidad, progresivo abaratamiento),
junto con las
mejoras técnicas en la
conservación de los alimentos (tratamiento de la leche, producción de
hielo, industria de conservas), lograron que hacia 1880 fuera posible encontrar
en los puertos europeos trigo ruso y americano, carne australiana y argentina,
abonos chilenos, o materias primas de países exóticos a precios más bajos que
los producidos en el propio continente. Esta competencia provocó una
crisis agraria en Europa durante el
último cuarto del siglo XIX (1873-1896); la mayoría de los países reaccionaron
adoptando medidas proteccionistas y elevando sus aranceles aduaneros.
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