Bloque 4. El Imperialismo del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial
Contenidos
El imperialismo en el siglo XIX: causas y consecuencias. La Gran Guerra (1914-1918) o Primera Guerra Mundial.
La Revolución Rusa.
Las consecuencias de la firma de la paz.
La ciencia y el arte en el siglo XIX en Europa, América y Asia.
Criterios de evaluación
1. Identificar las potencias imperialistas y el reparto de poder económico y político en el mundo en el último cuarto del siglo XIX y principios del XX.
2. Establecer jerarquías causales (aspecto, escala temporal) de la evolución del imperialismo.
3. Conocer los principales acontecimientos de la Gran Guerra, sus interconexiones con la Revolución Rusa y las consecuencias de los tratados de Versalles.
4. Esquematizar el origen, el desarrollo y las consecuencias de la Revolución Rusa.
5. Conocer los principales avances científicos y tecnológicos del siglo XIX, consecuencia de las revoluciones industriales.
6. Relacionar movimientos culturales como el romanticismo, en distintas áreas, reconocer la originalidad de movimientos artísticos como el impresionismo, el expresionismo y otros ismos en Europa.
Estándares de aprendizaje evaluables
1.1. Explica razonadamente que el concepto “imperialismo” refleja una realidad que influirá en la geopolítica mundial y en las relaciones económicas transnacionales.
1.2. Elabora discusiones sobre eurocentrismo y globalización.
2.1. Sabe reconocer cadenas e interconexiones causales entre colonialismo, imperialismo y la Gran Guerra de 1914.
3.1. Diferencia los acontecimientos de los procesos en una explicación histórica, de la Primera Guerra Mundial.
3.2. Analiza el nuevo mapa político de Europa.
3.3. Describe la derrota de Alemania desde su propia perspectiva y desde la de los aliados.
4.1. Contrasta algunas interpretaciones del alcance de la Revolución Rusa en su época y en la actualidad.
5.1. Elabora un eje cronológico, diacrónico y sincrónico, con los principales avances científicos y tecnológicos del siglo XIX.
6.1. Comenta analíticamente cuadros, esculturas y ejemplos arquitectónicos del arte del siglo XIX.
6.2. Compara movimientos artísticos europeos y asiáticos.
1.
Política y relaciones internacionales
Los
sistemas políticos en Europa
Entre 1870 y 1914 coexistieron dos
sistemas distintos:
Los sistemas parlamentarios se
impusieron en Europa occidental. Así, muchos países adoptaron el sufragio
universal masculino y aparecieron movimientos sufragistas que reivindicaron el
voto femenino, aunque este solo se alcanzó en Finlandia (1906) y Noruega
(1913).
Fuera de Europa, Estados Unidos adoptó
también el sufragio universal masculino; y Japón implantó un sistema
parlamentario.
Los sistemas autocráticos subsistieron
en Europa central y oriental.
El imperio austro-húngaro estaba formado
por múltiples nacionalidades. Desde 1867 adoptó una monarquía dual formada por
dos coronas con su propia organización cada una, Austria y Hungría, aunque
mantenían en común la política exterior y el emperador.
El imperio ruso aprobó la emancipación de los siervos en 1861, pero se gobernaba con un sistema autocrático en el que
el Parlamento carecía de poder.
Y el imperio otomano gobernaba de forma
autocrática sobre múltiples nacionalidades.
La
situación internacional
En Europa, Reino Unido continuó como
primera potencia comercial y financiera mundial durante la llamada “época
victoriana” (1837 - 1901). Después, perdió su primacía industrial en favor de
Alemania y de Estados Unidos. Alemania, tras la unificación, se convirtió
durante el reinado de Guillermo II (1888 - 1914) en la segunda economía
industrial del planeta. Y Francia se mantuvo entre las grandes potencias. Los
países mediterráneos y los imperios austrohúngaro, ruso y otomano tuvieron un
desarrollo menor.
Fuera de Europa, se consolidaron dos
nuevas potencias.
Estados Unidos, tras la guerra de
Secesión (1861-1865), colonizó las praderas centrales (conquista del Oeste), y
los núcleos del nordeste se industrializaron con rapidez. Como resultado, el
país se convirtió en una potencia industrial de primer orden.
En Japón, la Revolución Meijí (1868-1912)
supuso la sustitución de la monarquía feudal por un sistema parlamentario
constitucional y el triunfo de la occidentalización. Las reformas económicas
provocaron una rápida industrialización, que convirtió a Japón en una gran
potencia en el área del Pacífico.
Los
sistemas de alianzas en Europa
Las relaciones internacionales europeas
pasaron en este período por dos etapas:
Los sistemas bismarckianos (1871-1890).
Fueron un conjunto de alianzas, basadas en la diplomacia secreta, promovidas
por el canciller Bismarck. Su objetivo era aislar a Francia, enemistada con
Alemania por la pérdida de Alsacia y Lorena en la guerra francoprusiana, y
evitar que se aliase con Rusia en contra de Alemania.
Tras casi veinte años de vigencia, en
los que evitaron el conflicto entre las grandes potencias, estos sistemas
acabaron fracasando.
La paz armada (1891-1914). En estos años
la paz se mantuvo, pero los países europeos, previendo una guerra, se rearmaron
y se agruparon en dos bloques de alianzas: la Triple Alianza, formada por
Alemania, Austria-Hungría e Italia; y la Triple Entente, integrada por Francia,
Rusia y Reino Unido.
2.
El imperialismo en el siglo XIX
El
imperialismo y sus causas
A partir de 1870, la expansión colonial
europea se volcó hacia África, Asia y el Pacífico y entró en una nueva fase
conocida como imperialismo.
A diferencia del colonialismo anterior,
cuyo objetivo principal era dominar los recursos económicos de las colonias, el
imperialismo implicó el control militar, político y económico de la minoría europea sobre los territorios dominados.
El nuevo impulso colonial obedeció a
diferentes causas:
Políticas y estratégicas. La posesión
de colonias aseguraba el poder y el prestigio internacional de los países; o
permitía controlar rutas comerciales y territorios estratégicos.
Demográficas. Las colonias
proporcionaban territorios donde enviar los excedentes de población, para así
aminorar el paro y las tensiones sociales internas.
Económicas. El aumento de producción
debido a la Segunda Revolución Industrial exigía disponer de territorios que
suministrasen materias primas a la industria y comprasen sus productos, sin
barreras aduaneras. Además, las colonias proveían de mano de obra barata y de
espacios donde invertir el capital.
Ideológicas. Ciertas ideologías,
manipulando las ideas de Darwin (darwinismo social), proclamaron la
superioridad de la raza blanca y su “misión” de “civilizar” al resto del mundo.
Las
formas de dominio colonial.
Las principales potencias imperialistas
fueron Reino Unido y Francia. A ellas se sumaron pronto otros países europeos (Alemania,
Bélgica, Italia, España y Rusia) y extraeuropeos (Estados Unidos y Japón).
Estas potencias usaron diversas formas de dominio colonial:
Las concesiones eran ventajas
comerciales obtenidas de países independientes, como la cesión de puertos para
el comercio. Fue el caso de China, cuyo territorio se repartieron las grandes
potencias en “áreas de influencia”.
Los protectorados mantenían al
gobierno indígena, pero la potencia colonizadora controlaba la política
exterior, el ejército y la explotación de ciertos recursos. Fueron los casos de
India y Egipto.
Las colonias eran territorios sometidos a la
soberanía de la metrópoli. Las colonias de
posición controlaban puntos estratégicos; caso de la colonia británica de El
Cabo. Las colonias de poblamiento asentaban a una numerosa población extranjera
y se autoadministraban; como los dominios británicos de Canadá, Australia,
Nueva Zelanda y Sudáfrica. Y las colonias de explotación, de mayoría indígena,
estaban administradas por la metrópoli, que explotaba en exclusiva sus
recursos; fue el caso de la colonia belga del Congo.
La
formación de los imperios coloniales
El
reparto de África
La presencia europea en África se
limitaba hacia 1870 a ciertos puntos costeros. Desde entonces, las principales
potencias se propusieron explorar el continente y crear imperios continuos.
Para evitar los posibles enfrentamientos
se reunieron entre 1884 y 1885 en la Conferencia de Berlín. En ellas
establecieron las normas de ocupación del continente: la posesión de una franja
costera daba derecho a ocupar el interior, siempre que se demostrase el control
efectivo del territorio. También se reconocieron la libre navegación por los
ríos Níger y Congo, y la libertad de comercio en el centro de África.
En los años posteriores a la conferencia
se aceleró la ocupación de África. Reino Unido intentó formar una franja
colonial continua entre El Cairo, al norte, y El Cabo, al sur. Francia extendió
su dominio entre Senegal, al oeste, y Somalia, al este. Y otros países, como
Bélgica, Alemania, Portugal, Italia y España, completaron el reparto del
continente.
El
imperialismo en Asia, Oceanía y América
En Asia existían Estados bien
organizados, como China y Persia, por lo que predominó el sistema de
concesiones y el reparto de áreas de influencia.
Aun así, algunos territorios pasaron a
manos de Reino Unido (India, Birmania), Francia (resto de Indochina, menos
Siam), y los Países Bajos (la mayoría de Indonesia) . Además Rusia incorporó
Siberia y se extendió hacia la India y China; Japón intentó anexionarse Corea y
Manchuria, chocando con China y Rusia; y Estados Unidos expulsó a España de
Filipinas.
En Oceanía, Reino Unido incorporó
Australia a su imperio; y Estados Unidos ocupó algunos archipiélagos, como
Hawái.
En América, Estados Unidos extendió su
influencia por Puerto Rico y Cuba y ocupó el territorio donde se construía el
canal de Panamá.
Las
consecuencias del imperialismo
Fueron distintas para las metrópolis y
para los pueblos dominados.
Para las metrópolis, el colonialismo fue
en general positivo. Supuso poder político, riquezas (materias primas y
mercados donde vender sus productos manufacturados), mayor paz social y
conocimiento de otras civilizaciones. Pero también agudizó los enfrentamientos
internacionales, políticos y económicos que conducirán a la Primera Guerra
Mundial.
Para los pueblos dominados, el
colonialismo fue negativo. Los gobiernos locales fueron eliminados o
controlados por extranjeros; y los conflictos internos se agudizaron debido al
trazado arbitrario de las fronteras.
La economía tradicional se alteró, pues
las potencias colonizadoras sustituyeron la agricultura de autoconsumo por otra
de exportación, impusieron un comercio desigual y crearon infraestructuras en
función de sus intereses.
La sociedad se dividió en una minoría
extranjera, que controlaba el gobierno y la riqueza y habitaba en barrios
lujosos; y la mayoría indígena, obligada a trabajar y confinada en barrios
aparte o en reservas. Y las culturas de los pueblos colonizados fueron
desplazadas por las extranjeras.
3.
La Primera Guerra Mundial
Contendientes
o países enfrentados
En 1914 estalló en Europa la Primera
Guerra Mundial, un conflicto de enorme extensión conocido por sus
contemporáneos como la Gran Guerra. Los países contendientes se agruparon en
dos bandos:
Los imperios centrales (Alemania,
Austria-Hungría y Turquía), a los que luego se sumaron Bulgaria y otros estados.
Los Aliados o Entente (Francia, Rusia,
Reino Unido y Serbia), a los que después se unieron Italia, Estados Unidos, y
otros países.
Las
causas del conflicto.
Las
causas profundas
Estas hay que buscarlas en las tensiones
existentes en Europa antes de 1914:
Los conflictos políticos entre las
grandes potencias respondían a diversos motivos. Unos eran territoriales:
Francia reclamaba Alsacia y Lorena a
Alemania; e Italia y Austria-Hungría se disputaban los territorios de Istria y
Trento. Otros eran nacionalistas, caso de los imperios austro-húngaro y turco
enfrentados en las llamadas guerras balcánicas en 1912-1913. Por último, otros
procedían de los enfrentamientos coloniales entre las potencias imperialistas
por el control de ciertos territorios.
Las rivalidades económicas entre los
países se acrecentaron desde principios de siglo por la competencia comercial.
Así Francia y Reino Unido recelaban del crecimiento de la economía alemana y su
fuerte presencia en los mercados coloniales.
Los sistemas de alianzas militares
(Triple Entente y Triple Alianza) habían desembocado en una carrera
armamentística, la “paz armada”, que podía convertir cualquier incidente en una
guerra de enorme proporción.
La
chispa de la guerra
La chispa o causa inmediata que inició
el conflicto fue el asesinato en Sarajevo (Bosnia, junio de 1914) del
archiduque Francisco Fernando , heredero de la corona de Austria-Hungría , por
un estudiante nacionalista serbio. Como consecuencia, Austria-Hungría declaró
la guerra a Serbia que, al recibir el apoyo de Rusia, puso en marcha el sistema
de alianzas.
El
desarrollo del conflicto (1914-1918)
Características
de la guerra
La guerra tuvo unas características
diferentes a los conflictos anteriores que le valieron su denominación de Gran
Guerra o guerra mundial. Las más destacables fueron su gran extensión
territorial, al participar en ella dieciséis naciones, algunas con extensos
imperios coloniales que se vieron implicados en el conflicto. Y el empleo de
nuevas armas ofensivas (ametralladoras, lanzallamas, gases tóxicos, minas,
submarinos, aviones), de nuevos sistemas defensivos, como las trincheras; y de
nuevas modalidades de lucha, como la guerra psicológica.
La contienda también impulsó
transformaciones económica y sociales: la economía de los países contendientes
se volcó en la producción de material de guerra; la sociedad sufrió penurias,
como el racionamiento de alimentos y los bombarderos, y las mujeres se
incorporaron al mundo laboral para sustituir a los hombres que combatían en el
frente.
Etapas
y acontecimientos
La guerra de movimientos (1914). La
guerra comenzó de manera casi simultánea en dos frentes, el oriental y el
occidental. Alemania intentó una victoria relámpago sobre Francia, para
concentrar sus fuerzas en el frente oriental y derrotar a Rusia. Pero Francia
resistió en la batalla del Marne, y el rápido avance ruso por Prusia obligó a
Alemania a enviar tropas al frente oriental. A finales de año, Turquía se sumó
al bando de los imperios centrales.
La guerra de posiciones (1915-1916).
Ante la falta de una victoria decisiva, los frentes se estabilizaron a lo largo
de extensas líneas de trincheras protegidas por ametralladoras y alambradas.
Desde ellas se lanzaron ofensivas de desgaste (Verdún, Somme). En esta fase, la
contienda se convirtió en un conflicto mundial, tras la entrada de más países:
Bulgaria, Italia, Rumanía, Portugal y Japón, entre otros.
El final de la guerra (1917-1918). En
1917, EE.UU. se incorporó a la guerra junto a los aliados; y Rusia se retiró
tras el triunfo de la revolución comunista y la firma de la Paz de
Brest-Litovsk. En 1918 los aliados iniciaron una ofensiva en todos los frentes,
provocando la progresiva rendición de los imperios centrales. Este mismo año,
el presidente de EE.UU., Woodrow Wilson, enunció los “Catorce Puntos” en los
que debería asentarse la paz.
La
paz de París y la Sociedad de Naciones
En la Conferencia de París (1919-1920),
los vencidos firmaron tratados que les obligaban a reducir su ejército; pagar
reparaciones de guerra; y realizar cesiones territoriales que configuraron un
nuevo mapa de Europa. Especialmente duro fue el Tratado de Versalles, que
impuso a Alemania la pérdida de Alsacia y Lorena y todas sus colonias y la
culpó de la guerra, dejándola humillada y deseosa de revancha. Además, en 1919
se creó la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra, como organización
internacional para fomentar la paz.
Las
consecuencias de la guerra.
El balance de la guerra fue desolador.
Ocasionó más de nueve millones de muertos, y numerosos heridos y mutilados.
Causó graves pérdidas materiales en campos de cultivo, industrias, transportes
y edificios. Agudizó los contrastes entre las clases trabajadoras y las clases
medias empobrecidas y una minoría enriquecida por los negocios bélicos.
Favoreció el trabajo de la mujer fuera del hogar. Y promovió una ideología
pacifista y antimilitarista; aunque también fomentó el deseo de revancha de los
vencidos, especialmente de Alemania.
Tras la guerra se abolieron las dinastías
que gobernaban los imperios centrales; la mayoría de los países adoptó el
sufragio universal masculino; y muchos concedieron el voto a las mujeres en atención
a su trabajo durante la guerra. En el plano internacional la hegemonía mundial
europea fue sustituida por la de Estados Unidos.
4.
La cultura y el arte de 1870 a 1914
La
educación y la ciencia
La educación progresó durante el período
1870-1914, al extenderse la escolarización obligatoria y gratuita.
La ciencia adoptó el método positivista
o método científico, creado por Auguste Comte. Se basa en la elaboración de
teorías que deben probarse experimentalmente, tras lo cual se convierten en
leyes o teorías de validez general. Sus descubrimientos y aplicaciones crearon
una confianza ciega en un progreso ilimitado.
Entre los avances científicos de la
época destacaron los rayos X (Roentgen), la radiactividad (matrimonio Curie),
las leyes de la herencia (Mendel), las vacunas contra la rabia (Pasteur) y la
tuberculosis (Koch), y el poder del subconsciente (Freud).
La
arquitectura moderna
Los
nuevos materiales.
La arquitectura moderna surgió como
resultado de la Segunda Revolución Industrial, que exigió construir mucho,
deprisa y barato. Para ello, se adoptaron nuevos materiales como el hierro, el
acero, el cristal y el hormigón.
Primero se emplearon en edificios
utilitarios, como invernaderos, estaciones ferroviarias, puentes, fábricas,
pabellones y mercados, pues fueron rechazados por los arquitectos tradicionales
al considerarlos productos industriales carentes de belleza.
Pero con el tiempo, los nuevos
materiales se fueron generalizando.
La
arquitectura en Estados Unidos. Los rascacielos.
En Estados Unidos, la nueva arquitectura
nació en la Escuela de Chicago. El incendio de la ciudad en 1871 obligó a
reconstruirla con edificios sin madera y de elevada altura, para compensar la
carestía del suelo en el centro urbano. La solución fue el empleo del hormigón
en los cimientos y en la estructura; el uso del hierro y del cristal; y la
incorporación del ascensor.
Gracias a todo ello se levantaron los
primeros rascacielos, como el Monadnock Building, de Burnham y Root; los
Almacenes Carson y el Auditorium, de Sullivan; y el edificio Flatiron, de
Burnham.
La
arquitectura en Europa. El modernismo
En Europa, la nueva arquitectura se
difundió gracias a las exposiciones universales. Entre sus edificios destaca la
Torre Eiffel de París, realizada para la exposición de 1889.
Entre 1890 y 1910 surgió el modernismo,
un nuevo movimiento estético, conocido como Art
Nouveau en Francia y Modern Style
en Gran Bretaña, que trató de conciliar lo útil con lo artístico. Para ello,
empleó los nuevos materiales, pero buscando la belleza mediante el uso de
formas ondulantes y asimétricas inspiradas en la naturaleza, como vegetales,
animales, olas y llamas. Además, pretendió integrar todas las artes, ocupándose
también de la decoración de fachadas e interiores y del mobiliario.
Entre sus representantes destacaron Víctor
Horta (Casa Tassel de Bruselas), Hector Guimard (estaciones de metro de París)
y Henry van de Velde (Casa de Uccle, cerca de Bruselas).
Impresionismo
y posimpresionismo
A finales del siglo XIX nacieron el impresionismo
y el posimpresionismo, dos corrientes artísticas que abrieron el camino de las
primeras vanguardias.
El impresionismo surgió hacia 1870,
cuando un grupo de pintores salió a pintar al aire libre para captar en sus
obras la “impresión” o efectos instantáneos de la atmósfera y la luz. Para
ello, utilizaron una pincelada suelta, formada por la superposición de colores
putos; y escogieron temas hasta entonces considerados secundarios: paisajes,
escenas urbanas, bailarinas, carreras de caballos, etc.
Los pintores más destacados fueron
Claude Monet, autor de Impresión, sol naciente y de La estación de
Saint-Lazare; Auguste Renoir, pintor del Moulin de la Galette, y
Edgar Degas, famoso por sus cuadros de bailarinas y carreras de caballos.
Cercano al impresionismo se situó el
escultor Auguste Rodin (1840-1917), que rompió con el academicismo vigente y se
interesó por la luz y el movimiento. Entre sus obras destacan las Puertas
del Infierno, El pensador y Los burgueses de Calais.
El posimpresionismo, surgido hacia 1886,
revisó el impresionismo con nuevos planteamientos que constituyen el
antecedente de las vanguardias. Así, Paul Cézanne descompuso los objetos en
figuras geométricas en sus bodegones y paisajes. Paul Gauguin utilizó colores
fuertes y planos en obras como Arearea. Y Vincent van Gogh usó colores
puros e irreales aplicados con una pincelada curva y gruesa, expresiva de su
personalidad angustiada, caso de La noche estrellada.
Las
primeras vanguardias
A principios del siglo XX se iniciaron
las primeras vanguardias, movimientos que buscaron deliberadamente romper con
el arte tradicional y en ocasiones sufrieron la incomprensión de la crítica y
del público.
El fauvismo apareció en 1905. Concedió
gran importancia al dibujo y aplicó el color de forma plana y con independencia
de la realidad.
El iniciador del movimiento y su
principal representante fue el francés Henri Matisse, con cuadros como La
Danza o La raya verde.
El expresionismo surgió en 1905. Buscó
manifestar los sentimientos. Para lograrlo utilizó los colores de forma
arbitraria y representó figuras introvertidas y temas trágicos, prohibidos,
demoníacos y fantásticos. En esta tendencia, destacaron Edvard Munch, autor de El
grito, y Ernst L. Kirchner, pintor de La Calle.
El cubismo comenzó en 1907. El cubismo
analítico inicial descompuso los objetos en formas geométricas, representadas a
la vez desde varios puntos de vista. El cubismo sintético posterior construyó
objetos combinando elementos independientes.
Entre sus representantes principales se
encuentran Pablo Ruiz Picasso, iniciador del movimiento con su obra Las
señoritas de Avignon y Georges Braque, autor de Hombre con guitarra.
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