La difusión de la industrialización obligó a los trabajadores a trasladarse a la ciudad y a vivir en torno a la fábrica. Así, crecieron las ciudades y se consolidó una sociedad urbana.
Los nuevos trabajadores industriales procedían, en su mayoría, de las áreas rurales circundantes. Se calcula que en el inicio de la industrialización casi dos millones de ingleses se desplazaron a las ciudades.
El crecimiento urbano afectó también al resto de Europa: a principios del siglo XIX, solo un 2% de la población europea vivía en ciudades, y a comienzos del siglo XX lo hacía ya el 78% de los británicos, el 60% de los alemanes y el 44% de los franceses.
El rápido crecimiento de las ciudades originó una fuerte segregación social por barrios:
-La burguesía abandonó el casco antiguo y para albergar las nuevas y confortables viviendas burguesas se derribaron las murallas de muchas ciudades a fin de construir grandes avenidas y se planificaron barrios residenciales, dotados de servicios públicos, como la iluminación y el alcantarillado.
En estos barrios residenciales se instalaron oficinas, comercios y viviendas en las que la burguesía ostentaba su riqueza.
-Los trabajadores se establecieron en barrios obreros, que crecieron sin planificación cerca de las fábricas y carecían de infraestructuras (calles no pavimentadas, sin alcantarillado y sin recogida de basura). Los edificios albergaban viviendas pequeñas, sin agua corriente, que a menudo acogían a más de una familia.
5.2. La sociedad industrial
La industrialización comportó una nueva sociedad de clases configurada alrededor de la burguesía y el proletariado industrial. En la antigua sociedad estamental, la posición social venía determinada por la herencia, y los estamentos eran grupos cerrados. En la nueva sociedad industrial, la propiedad definía la pertenencia a una determinada clase y existía una movilidad social que dependía del nivel de riqueza alcanzado.
Nota: 10
La burguesía
Quienes poseían capitales y bienes (industriales,empresarios comerciantes, banqueros), configuraban la burguesía, que se convirtió en una nueva élite social. Su riqueza no provenía de la posesión de la tierra, sino de la propiedad de las nuevas actividades económicas.
Gracias a su estatus y a su creciente influencia, la burguesía organizó la sociedad en función de unos nuevos valores basados en la exaltación de la propiedad privada, el trabajo, el ahorro y el individualismo.
El proletariado
Los obreros de las fábricas (proletariado) constituían la fuerza de trabajo necesaria para mover las máquinas y producir los bienes. No poseían bienes ni capitales y vendían su trabajo a cambio de un salario. Sus condiciones laborales eran precarias, sus sueldos, bajos y sus jornadas de trabajo, muy prolongadas (12-13 horas diarias). El obrero tuvo que someterse a una rígida disciplina laboral.
La clase media
A medida que avanza el siglo XIX se fue configurando una clase media, caracterizada por no poseer grandes capitales ni propiedades ni ejercer un trabajo manual. Estaba formada por profesionales liberales (abogados, médicos, ingenieros, arquitectos, profesores...), pequeños comerciantes, funcionarios, empleados de banca, militares, etc.
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