domingo, 12 de noviembre de 2017

5. Los albores de una economía mundial

La principal consecuencia de la Revolución industrial en el mundo fue la formación de un poderoso núcleo de países industrializados en Europa occidental y central; a ellos se sumaron Estados Unidos y Japón y algunas colonias de poblamiento europeo como Australia y Nueva Zelanda. Otros países ( la mayoría de los estados de Europa del este y del sur) conocieron una industrialización deficiente. Frente a las zonas más o menos industrializaron en esta época sino que permanecieron sumidas en el subdesarrollo: el África negra, el mundo islámico, India, China y la América hispana. Las diferencia económicas entre los diversos países han persistido hasta nuestros días y constituyen uno de los legados más negativos de la Revolución industrial.
Aunque las diferencias entre las naciones no cesaron de aumentar y el mundo pareció dividirse en dos en el siglo XIX, el impulso industrial y capitalista logró crear un mercado mundial o <<economía-mundo>>, algo que no se había producido hasta entonces: los países empezaban a especializar su producción ya depender progresivamente unos de otros. Durante el siglo XIX se hizo evidente que una zona del mundo monopolizaba la tecnología, la industria y la administración mientras otra le suministraba materias primas, alimentos e incluso mano de obra.
Sin embargo, la configuración de un mercado mundial no habría sido posible sin una profunda renovación de los medios de transporte y de comunicación.

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