A muchos párrafos le falta la sangría
Nota: 9
Nota: 9
En España, como
en el resto de Europa, la implantación del liberalismo político comportó el
desmantelamiento del Antiguo Régimen y el paso de una economía básicamente
agraria a otra industrial y capitalista.
Este proceso se inició en España a comienzos del siglo XIX,
pero según avanzó la centuria solo el textil catalán y siderurgia vasca, junto
a algunos focos muy puntuales en Málaga, Sevilla, Valladolid, Béjar y Alcoy,
habían conseguido consolidarse. El peso de la agricultura continuaba siendo
excesivo y el desarrollo de las nuevas clases sociales, burguesía y proletariado
industrial, era reducido.
¿Qué factores explican las limitaciones de la
industrialización española? ¿Puede hablarse de “fracaso” o de “atraso” de la
Revolución Industrial en España?
A: EL COMPONENTE AGRARIO
En Gran Bretaña, la
industrialización fue precedida de cambios en la estructura de la propiedad que
estimularon el crecimiento de la producción agrícola.
En España, sin embargo, la mayor parte de la tierra siguió
en manos de grandes propietarios, muchos de ellos absentistas y sin estímulos
para innovar. Además, la abundancia de campesinos mantuvo los salarios a bajo
coste, facilitando el mantenimiento de una agricultura tradicional.
A pesar de las dificultades, la agricultura aumentó su
producción, consiguiendo prescindir de las importaciones de los cereales, salvo
en ocasiones excepcionales.
Ahora bien, este aumento de la producción se consiguió
fundamentalmente gracias a la roturación de nuevas tierras más que a la
introducción de las nuevas técnicas de cultivo y de la nueva maquinaria que se
estaban introduciendo en los países más avanzados de Europa.
B: LA DIFICÍL ARTICULACIÓN DEL MERCADO Y EL PROTECCIONISMO
Un segundo problema
proviene de las dificultades para integrar un mercado en el que los productos
pudieran intercambiarse con facilidad. A la escasez de compradores se unía que
España no disponía de una buena red de transportes que permitiese el traslado
de mercancías entre las distintas zonas productoras a un precio razonable.
En consecuencia, la economía española quedó desarticulada:
mientras en las zonas cerealísticas había abundancia de cereal y bajos precios, en otras había que importar
trigo.
Del mismo modo, los productos industriales no hallaban un
mercado suficientemente amplio para sostener su crecimiento. El incipiente
sector industrial, con una productividad baja y costos elevados, fue poco
competitivo y se sintió amenazado por la entrada de productos extranjeros.
Por ello, el empresariado presionó al Estado para que
aplicase medidas proteccionistas que encareciesen las mercancías extranjeras, forzando
así el consumo en el país de las mercancías propias.
C: EL DÉFICIT DE LA HACIENDA Y LA ESCASEZ DE CAPITAL
Para aumentar los
ingresos de la Hacienda Pública española, en 1845 se llevó a cabo una reforma
fiscal que obligó a los privilegiados del Antiguo Régimen a pagar impuestos.
Sin embargo, el Estado no aumentó la recaudación en los términos
esperados y la Hacienda se mantuvo durante todo el siglo XIX en permanente
déficit, teniendo que recurrir a los créditos exteriores y a la emisión de
deuda pública.
El hecho de que invertir en deuda pública diese elevados
intereses a sus compradores atrajo una buena parte de los capitales
disponibles, y restó inversores para financiar la industria. Así, la escasez de
capital inversor constituyó uno de los grandes problemas para la innovación y
el desarrollo industrial.
La industria española, debido a la baja productividad,
resultaba poco competitiva en el mercado internacional, lo que repercutía en el
comercio exterior. Durante el siglo XIX, las importaciones fueron mayores que
las exportaciones y la balanza comercial se mantuvo casi siempre deficitaria.
D: LA IDEA DE ATRASO RELATIVO
La versión más
tradicional sobre la industrialización española defendía la idea de fracaso de
la Revolución Industrial en España. Solo el País Vasco y Cataluña habrían sido
capaces de seguir la senda industrializadora, en un proceso del que al
principio habían participado también Andalucía, Asturias, Cantabria y Valencia.
Hoy se sostiene más la hipótesis de un atraso relativo. Si
bien es incontestable que la economía española del siglo XIX estaba muy alejado
de la del Reino Unido, Francia o Alemania, se hallaba próxima al crecimiento de
otros países mediterráneos y de Europa central, cuyo punto de partida sería más
similar al caso español.
Con todo, los problemas de la modernización agraria, el
excesivo intervencionismo estatal sobre la economía, el abandono del sector
exterior, el proteccionismo integral y un sistema financiero atrasado
dificultaron la tarea de la transformación económica de España.
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